Quiero dejar algo claro antes de comenzar a hablar sobre este álbum. No es que le tenga una manía especial a Teddy Bautista, a parte del tema de imputaciones varias relacionadas con malversación, desvío de fondos y demás lindezas, además de presidir durante años una empresa que utiliza unas técnicas mafiosas que últimamente cada vez que veo el Padrino le pongo a Brando su cara. Nadie somos perfectos. Soy consciente de las hostias que se llevó en mi anterior reseña de “Vivo ‘83”, sus arreglos, sus idas de olla a lo “new wave” cutre son algo que me enerva. Pero es que en este disco, está desatado. Vale, estamos hablando de 1980. Es una época de malas producciones en el plano internacional, no digamos en el nacional, en el que la industria discográfica realmente profesional era algo casi de ciencia ficción. Pero no tiene justificación. Ramiro Penas (batería) me da la razón: “Hizo con el disco lo que le salió de los cojones”, declaró en cierta ocasión.

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